Con gran preocupación, los profesores del Centro UC de la Familia, instancia académica de la Universidad Católica de Chile integrada por siete de sus facultades, hemos visto la publicación del manual sobre sexualidad elaborado recientemente por la Municipalidad de Santiago. Si bien el sentido primario de este tipo de material es responder, por alguna vía, a lo que los adolescentes no se atreven a preguntar hoy en día, es un imperativo moral que la información se de en un contexto de formación integral para promover el sano desarrollo de la persona en todos sus ámbitos, más aun cuando el público objetivo son personas en formación, con una personalidad en vías de asentarse y que tienen como principal tarea evolutiva el desarrollo de la identidad.
En primer lugar, quisiéramos destacar la importancia de la labor que los padres de familia debiesen cumplir en esta materia. El educando no está solo y sus preguntas en este ámbito debieran contestarlas sus propios padres. Sin embargo, vemos muchas veces que la falta de tiempo o una serie de otras causas les impiden a los padres ejercer su derecho /deber de educar a sus hijos en el tema de la sexualidad y la afectividad.
Por otra parte, en cuanto al contenido del manual en cuestión, su principal carencia es que sólo se centra en aspectos biológicos acerca de la sexualidad, desconectados del contexto humano que les otorga sentido. Entregar tal información biológica omitiendo todos esos otros aspectos de la sexualidad propiamente humana es desinformar. En los hechos, se traduce en entregar un mensaje que llevará a los adolescentes a ver la sexualidad como una mera forma de gratificación individual, sin tener en cuenta su integración en la totalidad de la persona y en el amor entre personas.
El manual provoca una separación entre afectividad y sexualidad, y remite a esta última solo al ámbito meramente biológico, casi mecánico haciendo casi un sinónimo de sexualidad con acto sexual y afirmando ciertos "efectos" de algunas prácticas que, sin duda, distorsionan el sentido de un manual de este tipo, como, por ejemplo, cuando se refiere a que la masturbación disminuye el estrés o que el semen sirve para el cutis.
Se contradice en lo planteado cuando propone que “el otro” no puede ser visto como objeto, dado que a lo largo de todo el texto se promueve, más o menos explícitamente, el sexo casual y “espontáneo”, lo que permite que en el lector se confundan las prácticas sexuales con el desarrollo de una sexualidad plena.
En relación a lo meramente biológico, las respuestas están básicamente correctas en la generalidad, sobre todo en el tema de enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, en lo que se refiere a salud sexual se pierde el foco por un discurso ideologizado. Se mezcla la recomendación científica con la de orden más ideológico, como, por ejemplo, sugieren que la edad de inicio de la actividad sexual no tiene importancia relevando la preparación del ambiente para que sea una buena experiencia, pese a que existen claras recomendaciones de la OMS al respecto.
En términos de la protección de derechos, no se hace énfasis alguno respecto de delitos relacionados con el sexo con menores (niñas de 8 años se pueden embarazar, las de 6 no), excepto en lo que se refiere a pornografía infantil, aun cuando igualmente la precaución es muy débil.
Queremos destacar, además, que se relevan en exceso algunos temas, como, por ejemplo, la diversidad sexual y se desdibuja el tema de la prevención del embarazo adolescente que, epidemiológicamente, es más relevante en el público objetivo.
Por último, queremos señalar que anhelamos que la autoridad competente sea capaz de corregir los errores ya referidos del manual y, hacia el futuro, esperamos que el esfuerzo loable de ayudar a nuestros jóvenes a vivir la sexualidad que les ha sido regalada sea realizado con responsabilidad y profundidad con el fin de que se les permita desarrollar una vida familiar y personal en plenitud.
Centro UC de la Familia