Columna de opinión: "Deterioro de la salud mental: Una pandemia para la que no tenemos vacuna"
Angelina Dois, académica Escuela de Enfermería UC - Integrante Comité Ejecutivo Centro UC de la Familia
Desde marzo de 2020 el mundo entero ha sido el escenario de una brutal pandemia que ha cobrado la vida de miles de personas y ha dejado al descubierto evidentes brechas de equidad y acceso. Un agente desconocido interpeló al mundo científico, político, institucional y a la sociedad civil en su conjunto para enfrentar una realidad totalmente desconocida.
Inicialmente, la pandemia se afrontó como una crisis sanitaria que obligó a tomar medidas de estricto confinamiento, pero de a poco se abrió paso a la comprensión de la realidad como un desastre que se instalaba lentamente con efectos dramáticos en la salud mental de las personas.
El miedo, la preocupación y el estrés se transformaron en experiencias habituales ante un escenario de incertidumbre impactando a cada grupo humano de manera particular.
La salud mental según la Organización Mundial de la Salud es la base del bienestar y funcionamiento efectivo del individuo y la comunidad y la pandemia por Covid-19 ha exigido enormes esfuerzos individuales para adaptarse a los dramáticos cambios en la vida cotidiana impuestos para contener y frenar la propagación del virus. Los jóvenes no solo han debido ver frustradas sus expectativas de desarrollo sino también han sido testigos del impacto personal, económico y social que la pandemia ha tenido en sus familiares y personas significativas. El distanciamiento físico, el teletrabajo y el estudio desde el hogar, la perdida temporal o permanente de las fuentes de ingreso familiar sumando a una sobre exposición a noticias, redes sociales y mensajes contradictorios de las autoridades entre otros cambios, han mermado su calidad de vida, su percepción de bienestar y la confianza en el futuro lo que se ha traducido en altas cifras de síntomas y trastornos de salud mental.
Esta pandemia dentro de una pandemia como se la ha llamado interpela a los gobiernos a tomar drásticas medidas en materia de salud, educación, cuidado a la población vulnerable, asistencia y apoyo a la familia entre otras para contrarrestar sus efectos y proveer de mecanismos que permitan restituir la salud de la población, así como también a establecer estrategias de promoción que permitan empoderar a las personas y situarlas en un rol activo en su propio cuidado.
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